Andrés Cala (Energy Tribune, 2 de agosto de 2012) le da una patada a Obama en el culo de todos los españoles a cuentas de las energías renovables, aquí. Un extracto traducido:
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España planea corregir su desastroso experimento en energías renovables extendiendo el problema, lo que constituye una gran lección para una Casa Blanca que tiene una política energética incoherente que, a menudo, cita el modelo español como algo a emular.
Esta semana los responsables de la campaña de Obama le atizaron a Mitt Romney, su contrincante, por planear el fin de los incentivos fiscales a las eólicas si sale elegido. «Al oponerse a la extensión de los créditos fiscales a las eólicas, Mitt Romney se opone al crecimiento de l cuesta industria que podría crear 100.000 puestos de trabajo en 2016 y 500.000 en 2030.»
Sin embargo, las expectativas de Obama se basan en modelos de políticas de apoyo europeas que se están revisando y corrigiendo en este preciso momento. A la vista de las elecciones de noviembre, ambos candidatos deben ser conscientes que la política energética de América demanda, más que nunca, una política coherente basada en el mejor de los intereses de la nación y no en imperativos ideológicos.
Inflando el sector de las renovables se puede poner en peligro el sector energético, los consumidores y el propio sector de un país y, en el caso de España, la economía nacional.
El apoyo del público a las renovables debe ser, de este modo, reconducido para alcanzar ganancia neta económica o geopolítica , no para ganar elecciones.
Durante los dos primeros años de su administración, el presidente Obama y sus más altos funcionarios alabaron a España como modelo a seguir para crear empleo y mejorar la seguridad energética. También lo hicieron otros, pero ha llegado el momento de sacar conclusiones.
Durante más de 10 años, España ha acumulado más de 25.000 millones de Euros en deuda, en su mayoría en forma de subsidios a la industria de la energía eólica y solar. Esta cantidad de dinero es equivalente al 50% de las necesidades urgentes de capitalización de su alterado sistema financiero.
Básicamente, el país no transfirió a los consumidores los costes de generación, por medio de renovables, del 30% de su electricidad. Enfrentado a la perspectiva de un colapso soberano macroeconómico, ha decidido elevar los impuestos a los productores de energía eléctrica, aumentar el precio a los consumidores y cortar los generosos subsidios que disfrutaban las renovables.
La solución propuesta por el gobierno conservador, como era de esperar, ha enfadado a todos los involucrados, aunque las reformas finales sólo estarán listas a finales de este mes.
Todas las partes pueden, legítimamente, quejarse. Después de todo, subir los precios de la electricidad durante una recesión es como espolear a un caballo muerto; las compañías de renovables dicen que el frenazo y la reversión pudede suponer el fin de la industria, que está sufriendo ya las consecuencias de una moratoria anterior de los proyectos en energía renovable y los productores tradicionales de energía eléctrica dicen que más impuestos equivalen a más despidos y menos inversión.
Además, los generodsos subsidios otorgados provocaron un aumento de capacidad instalada de más del doble del pico de demanda de 40 GW y los generadores nucleares y combustibles fósiles, mucho más baratos, no funcionan para pagar la energía renovable.
En este contexto, el país no tiene otra elección más que olvidar el experimento de las renovables. Una década de fuerte crecimiento terminó en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria que dejó a millones de personas sin trabajo, justo en el momento en que la crisis económica global erosionó, todavía más, la economía española.
Se espera que el PIB se contraiga todavía más entre 2012 y 2013 y que el desempleo, un 25% que es el más alto entre las naciones desarrolladas, siga subiendo y cargando la estructura del país.
El Fondo Monetario Internacional estima que España necesita unos 45.000 millones de Euros para recapitalizar su sistema bancario y Europa ya ha comprometido 100.000 millones. Sin embargo, los mercados están nerviosos y no se descarta que España tenga que solicitar un rescate similar al de Grecia, Portugal e Irlanda.
Mientras tanto, la diferencia entre el costo de generación y lo que los consumidores pagan por la energía añade entre 7 y 10.000 millones de Euros por año al déficit. Esto varía entre años y, según el Ministerio de Energía, el 60% de esta cantidad es achacable directamente a los subsidios de las energía renovables.
El propio sistema de subsidios no tiene ni pies ni cabeza. Las compañías de energía solar se llevan la mitad de los subsidios, a pesar de que su contribución total es menos del 5% de toda la energía generada en 2011, mientras que las eólicas se llevan el 25% de los subsidios a pesar de que su contribución es tres veces mayor que la solar.
Así, el gobierno planea subir los impuestos entre el 3% y el 20% para todos los productores, dependiendo de la fuente. Los combustibles fósiles, las nucleares y el sector hidroeléctrico tendrán impuestos más bajos, mientras que las renovables los tendrán más altos. Las empresas ya han dicho que los precios al consumidor van a subir.
Los productores tradicionales, que en verdad son cómplices de este experimento fallido porque son los mayores inversores en energía renovable, han dicho que el aumento de los impuestos no soluciona el problema y temen que el gobierno les esté utilizando para aumentar la recaudación. Mientras tanto, los inversores en renovables, desde fondos internacionales a familias, también han condenado las reformas al describirlas como suicidas.
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Visto desde fuera, ya parece una locura que se haya llegado a este punto, sin contar con los desastres paisajísticos y las repercusiones sobre las aves. Pero esto no es nuevo.
En 2009 se publicó este trabajo Study of the effects on
employment of public aid to renewable energy sources. En el se afirman cosas como estas:
Como resultado, este despilfarro de recursos ha provocado la destrucción neta de 113.000 puestos de trabajo en la economía española, según el informe. Es decir, 2,2 trabajos destruidos por cada «empleo verde» generado por este sector gracias a la subvención
En términos de potencia instalada, cada megavatio «verde» subvencionado en España destruye un promedio de 5,39 empleos en el resto de la economía nacional: 8,99 en el caso de la energía fotovoltaica, 4,32 trabajos por cada empleo creado en la eólica y 5,84 en el caso de la mini-hidroeléctrica. A éstos, deben sumarse aquellos empleos perdidos como consecuencia de las deslocalizaciones o cierres a que se han visto forzadas algunas industrias españolas intensivas en consumo de electricidad.
¿Y esto es lo que Obama quiere implantar en su país? Pues que no les pase nada. Y, por la cuenta que les trae, ojalá los gringos sean un poco más listos que nosotros.